Cuando en octubre de 1986 el influyente crítico de arte Paul Taylor escribe un extenso artículo en New York Magazine bajo el título The Hot Four, se hizo evidente que había surgido una nueva tendencia en el arte contemporáneo y uno de los precursores de ese importante movimiento en ciernes era un joven venezolano de apenas 26 años. El también crítico y reconocido curador Dan Cameron reseñaba igualmente ese trascendental momento: “Tal coyuntura tiene mucho que ver con el hecho de que la Sonnabend Gallery, uno de los nombres más venerados en la vanguardia internacional, estaba organizando una exposición colectiva para ese otoño, que iba a poner a relucir a esa nueva generación –el nombre de Neo-Geo estaba comenzando a circular-, y los cuatro artistas elegidos por Ileana Sonnabend fueron Ashley Bickerton, Peter Halley, Jeff Koons… y Meyer Vaisman”.

Nacido en Caracas a comienzos de los efervescentes años 60, Vaisman era por aquel entonces –junto a Soto, Cruz-Diez y Marisol- el artista venezolano de mayor reconocimiento, proyección y visibilidad internacional. Leo Castelli, uno de los grandes galeristas y visionarios de la era moderna, responsable de haber descubierto e impuesto en el mundo a generaciones enteras de artistas visuales fundamentales de la segunda posguerra, no tardó en incluirlo en su selecto y exclusivo stable de creadores notables (Andy Warhol, Jasper Johns, Robert Rauschenberg, Roy Lichtenstein, Claes Oldenburg, Donald Judd, Dan Flavin, Ellsworth Kelly, Richard Serra, Joseph Kosuth, Bruce Nauman, Julian Schnabel, entre otros) y al año siguiente, en 1987, le realiza la primera exhibición individual en su prestigiosa y consagratoria galería de SoHo. A partir de esos hechos claves, influyentes curadores, críticos, galeristas, directores de museos, editores, coleccionistas, respaldan con ímpetu al joven caraqueño y muy pronto Meyer Vaisman comienza a adquirir notoriedad internacional. De Nueva York a París, de Londres a Chicago, de Tokio a Berlín, de Basilea a Los Angeles, de Madrid a San Francisco, la innovadora obra de Vaisman emprende un activo e indetenible recorrido por galerías, museos, kunsthales y bienales, de primer nivel.

Al iniciarse la década de los noventa y cuando ya era una figura reconocida y notoria en el mundo del arte, Vaisman siente la necesidad de reencontrarse con su país, viaja con frecuencia a Venezuela y finalmente se instala por largos períodos en su Caracas natal. Conoce y estrecha amistad con artistas de su afinidad e interés, y comienza a insertarse activamente en el circuito expositivo de la capital, participando en las más significativas exposiciones realizadas en esos diez años determinantes para el arte venezolano contemporáneo.

Junto a Arturo Herrera y José Antonio Hernández-Diez, Meyer Vaisman es el artista venezolano más importante de su generación, y la ineludible presencia de su singular, poderosa y provocadora obra creadora marcó el arte nacional de finales de siglo de manera contundente.

Miguel Miguel García