José Gabriel Fernández

Artista de medios mixtos. En 1979 se traslada a Londres y estudia en el Middlesex Polytechnic, donde obtiene su licenciatura en bellas artes en 1982. En 1983 participa en «Alternativa I», en el Espacio Alterno de la GAN. En esa etapa realiza secuencias sobre la marcha del fuego en cuerdas tensadas o sillas que dejan sus máculas en la pared y el piso, trazando así perspectivas absurdas. En 1985 obtiene el Premio Fundayacucho en el III Salón Nacional de Jóvenes Artistas en el MACC. En 1986 participa en el Festival Iberoamericano Kunstlerhaus, en Hamburgo (Alemania), y en la colectiva «Del cosmos» en la Galería Sotavento en Caracas. Entre 1986 y 1988 estudia en la Slade School of Fine Arts (Londres) y en la Universidad de Londres. En 1988 viaja a Estados Unidos y se establece en Nueva York, donde vive actualmente. Junto a Ruth Libermann instala en ese mismo año, en el Taller Metropolitano de Artes Visuales, dos propuestas, en las cuales las secuencias fotográficas se multiplican en una pantalla con el uso de la retroproyección; varillas, ramas secas y la figura de un cuerpo humano sirven para explorar el proceso de las sombras que logran vivir más allá de la luz. En sus obras de entonces continúa estudiando los efectos de perspectiva colocando vidrios en puntos determinados de una sala. En 1989 se inscribe en un programa de estudios independientes del Whitney Museum of American Art de Nueva York por un año. En 1990 resulta ganador en la V Edición del Premio Eugenio Mendoza, mención en escultura (Sala Mendoza), por un trabajo inscrito en la tendencia minimalista, sin título, realizado con materiales diversos en torno al mito de Narciso. En 1991 participó en «Venezuela. Nuevas cartografías y cosmogonías» (GAN). «Para esta exposición Fernández recupera su primer interés por la óptica como esquema básico […]. Cada uno de los Ojos mágicos son la puerta a un pequeño universo y, una a una, reconocemos algunas de las imágenes favoritas del artista, intercaladas con otras, decodificadas por la IBM, provenientes del Landsat, que Fernández escogió por su exactitud: una muestra la línea del mar Caribe contra el territorio continental venezolano; otra, el reconocible Ouroboros del lago de Valencia; la última, el macizo fundamental del Pantepui perteneciente al escudo de Guayana, sobre el cual reinan las islas de tierra firme del Chimantá y el Auyantepui. La micromirada se convierte en macrovisión, estableciéndose una relación casi mágica entre obra y espectador» («Ojos mágicos», 1991, p. 48). También participó en la III Bienal de Guayana (1991) y en «El espíritu de los tiempos» (Ateneo de Caracas, 1991), sobre la cual Ariel Jiménez acotó: «yo percibo en la obra de José Gabriel, por su fragilidad, por su escasez incluso, por las imágenes que le sirven de punto de partida, el eco del Narciso, la intermitencia de la luz, la transparencia, las veladuras pero también por el diálogo que cada una de ellas establece con el espacio, dejando un margen de libertad a quien la instala, percibo en ella repito, una delicada y sensual manipulación del tiempo, de lo transitorio, y contingente, de su acumulación en memoria, en historia» (1991).