VÍCTOR LUCENA (Caracas, 1958)

 

Cuando vemos las obras de Lucena, ¿qué observamos?

Partiendo del primer acercamiento, la consideración más evidente podría ser el describirlas como piezas que se valen de un lenguaje abstracto con líneas o formas geométricas que se repiten o varían […].

Las estructuras […] parten en realidad de la escala humana, el codo y la vara, sistema de medida usado ya por los egipcios, revelado en sueños por el ángel a Ezequiel para que construyese el segundo Templo de Salomón, y cuyas proporciones han reemergido a lo largo de la historia en construcciones arquitectónicas desde la antigüedad clásica –el Panteón de Agripa como ejemplo resaltante– hasta la arquitectura modernista, y empleada por Carlos Raúl Villanueva en la proyección del Museo de Bellas Artes de Caracas.

Esta escala busca la proporción «perfectísima», es decir una relación de armonía entre sus partes que genera espacios de bienestar y en donde suelen prevalecer las formas circulares, propias de la naturaleza, sobre los ángulos rectos, invención del hombre.

Costanza De Rogatis en: Víctor Lucena. Espacio Monitor, 2014.

 

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