No son obras de arte convencionales las que, desde este domingo, son exhibidas en la galería Espacio Monitor del Centro de Arte Los Galpones, en Los Chorros. Con dimensiones que doblan en altura a la figura humana y propuestas disímiles en sus valores estéticos y conceptuales, las ocho obras que se extienden en las paredes de esta sala son una fiesta para la vista y, a la vez, una apuesta arriesgada por el mural como objeto artístico.

Con muros diagonales donde solía haber columnas, el recorrido por este espacio transformado especialmente para la muestra hace pensar en las calles o estaciones subterráneas de alguna gran ciudad, cargada de movimiento y ruido visual, pero también de manifestaciones de alto nivel nacidas de la libertad creativa.

Contra la pared, como se titula la exposición, exhibe murales de los artistas Carlos Cruz-Diez, Arturo Herrera, Héctor Fuenmayor, José Gabriel Fernández, Sigfredo Chacón, Jaime Gili, Pepe López y Lucía Pizzani, con la museografía de Lillian Malavé, y la imagen gráfica de Álvaro Sotillo. «Este proyecto arrancó con la idea de trabajar con el muro, y terminó por convertirse en un homenaje a la instalación museística en Venezuela que, en su época dorada, tuvo una escala y calidad expositivas que eran únicas en América Latina. Además, la muestra rinde también un homenaje tácito de parte del resto de los artistas al trabajo del maestro Cruz-Diez», relata Luis Miguel La Corte, director de Espacio Monitor. En efecto, la Inducción cromática a doble frecuencia Wallwork, de Cruz-Diez, es la obra de mayor formato, y extiende su movimiento y su impecable engaño visual en 16 metros en horizontal.

El mural de Fuenmayor reproduce la imagen de un Cristo crucificado en tela, adherido a la pared. A ambos lados de la figura, se extienden las líneas verticales que resultaron del recorrido natural de la pintura al escurrirse sobre el muro para caer sobre una frase emitida por el Papa Francisco en la que invita al Presidente de Italia a unir fuerzas entre Estado y religión para forjar la conciencia de la sociedad. «El sustrato de mi trabajo es lo espiritual, la iconografía cristiana conceptualizada. Esto está aquí como telón de fondo de la que siempre ha sido la historia de occidente», declara.

Otra obra que integra lo conceptual con lo político es la desarrollada por López, llamada Háblame. Su mural tridimensional está conformado por más de 3 mil bolsas plásticas de automercado unidas con calor, con hendiduras marcadas con hilo de lana rojo. «Me interesa usar materiales cotidianos para lograr una geometría orgánica. Esta obra hace referencia a una realidad de dificultades en el país, pero también a un tema mundial de ecología y consumo», describe López.

En la pared de entrada a la sala, Chacón exhibe su Radicaldrawingonwall, un mural de 10×4 metros, con líneas rectas que generan ángulos geométricos «como si se tratara de un gran dibujo, un gran boceto, donde se plantean las posibilidades del espacio visual, concebido como algo abstracto», de acuerdo con el artista.

La diversidad de propuestas se completa con el (des) encuentro entre el mural Vuelve, de Arturo Herrera, con enormes formas abstractas pintadas en verde oscuro sobre blanco, y la obra Interior N°2, de Fernández, que exhibe delicados y blanquísimos volúmenes geométricos en el muro.

Otro contraste se da entre la austeridad del diseño geométrico del mural M41 Rosetta, de Gili, y la transgresión que brota del Inventario personal de Pizzani, donde exhibe especies de radiografías de productos (hoy escasos) de aseo personal femenino, con inspiración en el trabajo de la fotógrafa inglesa Anna Atkins.

«Esta exposición, que debería ser hecha por un museo, pretende llevar esperanza en medio del caos. Mostrar las cosas grandes, diversas y libres que pueden hacerse en el país aún cuando estemos ‘contra la pared'», concluye La Corte.

Fuente:  http://www.eluniversal.com/noticias/cultura/plastica-pais-contra-pared_545243