Lucía Pizzani, artista que participa actualmente en la exposición Contralapared inaugurará su primera individual en House of Egorn en Berlín, hoy viernes 20 de enero, y estará abierta al público hasta el 25 de febrero. Les invitamos a leer continuación los textos escritos por los curadores.

TEXTO POR KIKI MAZZUCCHELLI

En los últimos cinco años, Lucía Pizzani ha desarrollado, incansablemente, una serie de proyectos enfocados simultáneamente en narrativas históricas y literarias relativas a personajes femeninos, y los continuos procesos de transformación biológica observables en la naturaleza. En cada uno de sus proyectos la colisión de estas aparentemente dispares áreas de interés, genera un variopinto cuerpo de trabajo que abarca una variedad de medios -incluyendo fotografía, cerámica, video, dibujo, performance e instalación- en el cual el cuerpo femenino toma el rol protagónico. Sin embargo, lejos de ese cuerpo idealizado y fetichizado en los medios y en el arte occidental, las piezas de Pizzani nos presentan formas orgánicas pulsantes, que son a la vez notablemente eróticas y casi abyectas, cuerpos como organismos vivientes en un estado de constante devenir.

En exposiciones previas, Pizzani ha explorado las posibles conexiones entre el ataque de las sufragistas al orquideario de Kew Gardens en 1913 y las ambiguas connotaciones de género atribuidas a estas flores, (Orchis, Galeria Fernando Zubillaga, Caracas, 2011); la máscara funeraria de una bella y desconocida dama cuyo cuerpo fue encontrado en el Sena cerca de 1880 -que luego se convirtiera en un objeto de culto entre los escritores de la Belle Époque- y su relación con las cualidades metamórficas de las mariposas nocturnas (Mariposario, Oficina#1, Caracas, 2013 and The Worshipper of the Image, Sala Mendonza, 2014); así como investigaciones acerca del reino Fungi, inspiradas por las importantes contribuciones en el campo de la micología de la autora Beatrix Potter, comúnmente opacadas por el éxito de su obra literaria (A Garden for Beatrix, Cecilia Brunson Projects, London, 2015).

Sin embargo, cabe destacar, que a pesar de que estos hilos narrativos proveen el marco temático para cada proyecto de Pizzani, se mantienen de cierta forma latentes en sus trabajos, en los cuales favorece un tratamiento experimental e intuitivo de los materiales en lugar de presentaciones didácticas y documentales o evidencia textual. Situada en las décadas cercanas al cambio del Siglo 20, las historias y eventos que respaldan estos proyectos, hablan, de cierta forma, directamente sobre un período cuando la posición (e imagen) de la mujer estaba cambiando rápidamente en las sociedades occidentales y los movimientos de los derechos de la mujer ganaban momentum. En la obra de Pizzani, la idea de la transformación se transmite a través de objetos e imágenes con definidas cualidades formales orgánicas que evocan los dinámicos ciclos vitales de las especies.

Un sentido de lo incompleto y lo móvil permea sus pequeñas esculturas de cerámicas, moldeadas en base a las formas diversas de las crisálidas (Capullo Series, 2013), cuyas intrincadas curvas y orificios parecen capturar momentos pasajeros del estado de transición. Mientras que la serie de placas al colodíon (Impronta Series: Julia, Anne, Patricia, Paola and Katherine, 2013) representan cuerpos femeninos envueltos por texturizadas telas africanas y sugieren documentos etnográficos ficticios de una tribu perdida en el Amazonas que corporiza el espíritu de las orugas como parte de un misterioso ritual de metamorfosis. De esta forma se puede argumentar que hay un prominente elemento político en este cuerpo de trabajo, ya que moviliza ideas al rededor de la identidad y representación femenina en un trabajo continuo, abierto y en proceso, que es absolutamente tan relevante actualmente como lo fue el siglo pasado.

Descenso es la primera exposición individual de Lucía Pizzani en House of Egorn y presenta un nuevo cuerpo de trabajo que una vez más entremezcla referencias del mundo natural con narrativas históricas y culturales, en esta ocasión cambiando el foco político hacia las actuales desesperadas condiciones de vida impuestas por el colapso socio-económico en Venezuela, el país donde nació la artista. Como muchos Venezolanos de su generación que han sufrido el auge de un régimen populista y una creciente reducción de las libertades civiles bajo el mandato de Chavez y su sucesor, Pizzani vive en el exterior desde hace varios años. A pesar de tener las mayores reserva de petróleo del mundo, el país enfrenta una rápida contracción de la economía y una tasa de inflación que se acerca al 1000 por cierto, crecientes niveles de violencia, así como también una generalizada escasez de alimentos y medicinas, llegando al punto de una imprecedente crisis humanitaria.

En Descenso, la artista explora la noción del declive a través de la imagen de la serpiente y de sus varios significados simbólicos asociados a ello, en diferentes culturas. En la iconografía histórica del arte occidental la figura de la serpiente aparece más notablemente en las representaciones de la «caída del hombre» como la mentirosa responsable por la degeneración humana, quizás su connotación más conocida. Los antiguos Griegos, por otro lado, vieron el animal como un símbolo de regeneración y sanación -la muda de piel significa renacimiento-, exactamente la interpretación opuesta a la alegoría Cristiana. Pizzani se apropia de estos y otras varias narrativas simbólicas en un nuevo video titulado Ciclo (2016), en el cual una colección de imaginería encontrada relacionada con la figura de la culebra se mezcla con un material más oscuro, como la video documentación, aparentemente casera, de un contrabandista despellejando una serpiente e imágenes de la prensa de civiles buscando comida en la basura en la Venezuela contemporánea. Sin sonido ni color, este corto film es un retrato crudo de la violencia diaria infligida sobre una población que vive bajo un régimen dictatorial y determina el tono de lo que es quizás la exposición más personal de la artista. Es ciertamente su más oscura muestra, casi como una herida abierta que comunica el sentimiento de tener que temer constantemente por el bienestar de sus seres queridos que aún viven en su país, sin saber si algún día acabará el auto exilio.

Como en proyectos anteriores, Pizzani evita un tratamiento literal, enfocándose más bien en la cuidadosa manipulación de técnicas y materiales para producir obra cuyo significado se mantiene sugerente y abierto. Cuaimas (2016) es una nueva serie de esculturas de cerámica titulada como la serpiente más venenosa de Sur América. En Venezuela, cuaima es también una forma peyorativa de llamar a las mujeres dominantes, maliciosas o indignas de confianza: un detalle importante que agrega otro nivel más de asociaciones a estas palabras. Esta serie mantiene el aspecto orgánico característico de piezas anteriores, pero esta vez muestran una superficie texturizada lograda a través del uso de diversas telas en el moldeado que evoca la piel escamada de las serpientes. La cualidad táctil de estas superficies se profundiza con el uso exclusivo de esmaltes negros, que destacan el detallado diseño a la vez que le dan un acabado baboso.

El trabajo final de la exposición es Cesta Básica (2016), una serie formada por un grupo de fotogramas hechos con diferentes tipos de productos de la lista que gobierno Venezolano estipula como árticulos esenciales para la sobrevivencia mensual de una familia. Paradójicamente, la crisis de abastecimiento ha hecho que el valor de una cesta básica haya llegado a equivaler 18 salarios mínimos, trayendo como consecuencia el hambre generalizada y el mal nutrimiento de los niños. En los fotogramas de Pizzani, estos alimentos tiene cierta apariencia espectral, parecen casi como objetos impalpables de adoración y deseo que constantemente evaden nuestro asimiento. Frecuentemente sin llevar consigo ninguna semblanza identificable con el objeto original, cada composición en estas piezas fue cuidadosamente construida con la intención de volver estas imágenes casi abstractas. Ellas logran una cualidad surrealista que refuerza la elección de una técnica analógica y tradicional asociada con este movimiento artístico.

En Descenso, Lucía Pizzani trabaja en paralelo con una investigación de materiales y sus posibilidades formales y la expansión de su indagación en el campo político para producir una narrativa fragmentada y en múltiples estratos sobre el decaimiento venezolano de poder petrolero a abismo humanitario. A pesar de las sombrías perspectivas en el futuro cercano de su país, Pizzani nos deja con una reveladora imagen al final de su video Ciclo: el ouroboros -or el «devorador de cola» en Griego-, que simboliza la naturaleza cíclica del universo, recordándonos, una vez más, que todo esta constantemente en estado flux y transformación.

TEXT BY KIKI MAZZUCCHELLI

Over the past five years, Lucía Pizzani has been inexhaustibly developing a series of projects that focus simultaneously on historical or literary narratives revolving around female figures and in the ongoing processes of biological transformation found in the natural world. In each of her projects, the collision of these seemingly disparate areas of interest generates a multifarious body of works spanning a variety of mediums – including photography, ceramics, videos, drawings, performances and installations – in which the female body takes centre stage. But far from the idealised and fetichised images of this body as traditionally disseminated through Western art and media, Pizzani’s pieces present us with pulsating organic forms that are at once arrestingly erotic and almost abject; bodies as living organisms in a constant state of becoming.

Previous exhibitions have explored the possible connections between a suffragette attack on an orchid greenhouse at the Kew Gardens in 1913 and the ambiguous gender connotations attributed to these flowers (Orchis, Galeria Fernando Zubillaga, Caracas, 2011); the funerary mask of a beautiful unknown maiden whose body was found in the river Seine around 1880, later becoming an object of cult amongst Belle Époque writers and its relationship with the metamorphic qualities of moths (Mariposario, Oficina#1, Caracas, 2013 and The Worshipper of the Image, Sala Mendonza, 2014); and investigations around the fungi kingdom inspired by author Beatrix Potter’s important contributions to the field of mycology, often overshadowed by the success of her literary work (A Garden for Beatrix, Cecilia Brunson Projects, London, 2015).

It must be noted, however, that although these narrative threads provide a framework for each of Pizzani’s projects, they remain somehow latent in her works, in which an experimental and intuitive approach to materials is favoured against the didactic presentation of documental or textual evidence. Situated in the decades nearing the turn of the 20th century, the stories and events that underpin these projects speak more or less directly about a period when the position (and image) of women was rapidly changing in Western societies and women’s rights movements were gaining momentum. In Pizzani’s works, the idea of transformation is conveyed through objects and images with distinctly organic formal attributes that evoke the dynamic life cycle of species.

A sense of incompleteness and movement permeates her small ceramic sculptures modelled on chrysalis of several shapes (Capullo Series, 2013), whose intricate curves and orifices seem to capture fleeting instants in a state of transition, while the series of tintypes (Impronta Series: Julia, Anne, Patricia, Paola and Katherine, 2013) depicting female bodies enveloped by textured African fabrics suggest fictional ethnographic documentations of a lost tribe of Amazons who embody the spirit of caterpillars as part of a mysterious ritual of metamorphosis. As such, one can argue that there is a prominently political stance in these bodies of works, insofar as they mobilise ideas around female identity and representation as an ongoing and open-ended work-in-progress that is absolutely as relevant today as it was a century ago.

Descent is Lucía Pizzani’s first solo exhibition at the House of Egorn and it presents a new body of works that once again intertwines references from the natural world with historical and cultural narratives, this time shifting the political focus into the currently desperate living conditions imposed by socio-economical collapse in Venezuela, the artist’s country of birth. Like many Venezuelans from her generation who experienced the rise of a populist regime and the growing curtailment of civil liberties under Chavez’s rule and beyond, Pizzani has been based abroad for several years. In spite of having the world’s largest oil reserves, the country now faces a rapidly contracting economy and inflation rates approaching 1,000 per cent, increasing levels of violence, as well as widespread food and medicine shortages, having reached unprecedented levels of humanitarian crisis.

In Descent, the artist explores the notion of decline through the image of the serpent and the various symbolic meanings associated to it in different cultures. In Western art historical iconography the figure of the snake appears most notably in depictions of the ‘Fall of Man’ as the trickster responsible for humanity’s degeneration, perhaps its most widespread connotation. The ancient Greeks, on the other hand, saw the animal as a symbol of regeneration and healing – the shedding of the skin signifying rebirth -, the exact opposite interpretation to Christian allegory. Pizzani appropriates these and several other symbolic narratives in a new video titled Ciclos (2016), in which a collection of found imagery related to the figure of the serpent is mixed together with darker material, such as the seemingly homemade video documentation of a smuggler skinning a snake and news images of civilians searching for food in a rubbish tip in contemporary Venezuela. Without sound or colour, this short film is a raw portrait of the daily violence inflicted upon a population living under a dictatorial regime and it sets the tone for what is perhaps the artist’s most personal exhibition. It is certainly her darkest, almost like an open wound that conveys the feeling of having to constantly fear for the wellbeing of friends and relatives who remained in her home country and not knowing whether there will ever be an end to self-exile.

As in previous projects, Pizzani eschews a literal approach, focusing instead in the careful manipulation of techniques and materials to produce works whose meaning remain suggestive and open-ended. Cuaimas (2016) is a new series of ceramic sculptures named after the largest poisonous snake in South America. In Venezuela, cuaima is also a pejorative slang commonly used to describe dominant, malicious or untrustworthy women: an important detail that adds yet another layer of associations to these works. The series maintains the characteristically organic aspect of earlier ceramics, but this time also displaying a textured surface achieved through the use of different types of fabric in the modelling stage that evokes the scaled skins of serpents. The tactile quality of these surfaces is further enhanced by the exclusive use of black enamelling in the pieces, which highlights the detailed designs at the same time as giving them a slimy look.

The final work in the exhibition is Cesta Básica (2016), a wall piece formed by a group of photograms made from different types of basic groceries listed by the Venezuelan government as the most essential items for a family’s monthly survival. Paradoxically, the country’s current supply crisis means that the value of one full cesta básica is now equivalent to 18 minimum wages, resulting in widespread hunger and child undernourishment. In Pizzani’s photographs, these foods have a certain spectral presence, appearing almost as impalpable objects of adoration and desire that constantly evade our grasp. Often bearing no identifiable resemblance with the original object, each composition in the piece is carefully constructed with the intention of rendering these images almost abstract, and they achieve a surrealistic quality that is reinforced by the choice of a technique traditionally associated with this artistic movement.

In Descent, Lucía Pizzani parallels an intensive research into materials and their formal possibilities with the expansion of her political field of inquiry to produce a fragmentary and multilayered narrative around Venezuela’s decline from petro-power to humanitarian abyss. In spite of her country’s bleak prospects for the near future, Pizzani leaves us with a telling image at the end of the video Ciclos: the ouroboros – or the ‘tail devourer’ in Greek -, which symbolises the cyclical nature of the universe, reminding us once more that everything is in a constant state of flux and transformation.

 

Descent

Opening/Private View: Friday 20 January, 6 – 9pm
Exhibition: 21 January – 25 February 2017

House of Egorn is pleased to present the first solo exhibition of Lucía Pizzani in Germany. Her multimedia practice raises issues about body, identity, and nature. Descent presents a new series of works that react to the current situation in Pizzani’s hometown in Venezuela. During recent years chronic food shortages and political crisis have changed the landscape of the country and the everyday lives of its citizens.
In the series Cesta Basica, Pizzani composes photograms to directly expose basic and necessary items on photographic paper. The items represent inexpensive and common foodstuff and items that are no longer readily available in Venezuela. The artist has sent packets filled with these items to her family where the shipping is more valuable than the packed objects. Following on a previous project called Inventario Personal, the new project takes the form of an altar where banal objects are re-evaluated and mystified in a time of intense crisis. In a new series of ceramic sculptures, Pizzani plays with the reference of a Venezuelan Cuaima. The word is a nickname for the Bothrops lanceolatus viper but is also used in local dialects to refer to a jealous or controlling woman who fights to keep her relationships. The word is not used in a derogatory way, but rather Venezuelan women use it to describe themselves as it denotes strength and respectability.
The ceramic skins are incised into a snake-skin pattern that refer to skins and bodies, poison and fortitude. The figure of the snake is a godlike motif in Venezuelan folklore and mythology connected with the goddess María Lionza who becomes a goddess of nature and love through her marriage to El Gran Anaconda. The form of a snake eating its own tale also reappears in many mythologies as a sign of eternal return.
The video work Ciclo made from found images and footage from the recent unrest in Venezuela ties together the projects through folklore and the current political crisis. The ongoing protests in Venezuela have increased due to due to the country’s high levels of urban violence, inflation, and chronic shortages of basic goods. Images of María Lionza, snake hunters, and the protestors connect folklore, politics, necessities, and the role of women in contemporary crisis-stricken Venezuela. Although taken from a specific political context related to the artist herself, the themes and demands are universal as we enter an unstable political era in which identity, security, and nature are increasingly in a global limbo. The series of works weave a connection between aesthetics and the power of art to analyse urgencies and create political demands.

A text by Kiki Mazzucchelli accompanies the exhibition.