El suyo es un mundo de verdades contenidas en centenares de imágenes diminutas. Un espacio plástico que invita a la contemplación. Un grupo de piezas que obliga a afinar la vista, a integrarse con el tiempo y dejarlo correr, y a adentrarse en una búsqueda de respuestas que acaba por conducir hacia más preguntas.

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Marco Maggi (Montevideo, Uruguay, 1957) es un artista visual que ha apostado por convertir su propuesta estética en una cruzada contra la velocidad. Sus piezas, compuestas por cientos de pequeños recortes y dibujos con inspiración geométrica, acercan al espectador a una atmósfera que es casi un grito desde la calma. La invitación a una experiencia que pretende combatir a los que son, para él, los más grandes males de la sociedad actual: la larga distancia y la velocidad.

Las creaciones de Maggi son elaboradas, sobre todo, con distintos tipos de papel, cartulinas y lápices exhibidos desde un formato tan diminuto que son capaces de inundar un espacio y, a la vez, de esconderse en él. Por esto, no es de extrañar que al ingresar a la sala de la galería Espacio Monitor, del Centro de Arte Los Galpones, donde hoy será inaugurada su exposición Piano piano, algún espectador pueda creer, a primera vista, que el lugar está casi vacío. Esto forma parte de la intención del artista, quien, desde su rebeldía, les impone a los visitantes afinar la mirada y conectarse con el ahora que representa su creación. Las 20 piezas que se encuentran en esta galería fueron elaboradas exclusivamente para la muestra por este artista que representó en 2015 a Uruguay en la Bienal de Venecia.

–¿Por qué apostar por la calma en un mundo volátil que premia la rapidez?
–Porque la velocidad y la larga distancia nos provocan una enorme dispersión. El ideal sería utilizar las máquinas para que ellas hicieran las tareas apuradas y nosotros hacer las  lentas, en el ritmo humano.

–Antes, la censura se aplicaba por omisión de información, pero en la época contemporánea es por saturación. Estamos tan expuestos a tanta información que el mundo no nos deja tiempo para pensar en algo. Por eso me interesa prescribir en mis obras  lo contrario a un mensaje, sino un escenario de alta indefinición que promueve la gestualidad del miope, que exige acercarse a los detalles del mundo para establecer con ellos una intimidad objetiva.

–¿Propone una variedad de arte político?
– Sí, esto es muy político. En Venecia, un alto porcentaje de las exposiciones lo que hacía era dramatizar a CNN para hablar de política de un modo convencional. Pienso que se podría pensar en un arte político que no sea uno donde se comunique directamente una idea, sino en el que ésta se genere sola al incluir al que vea la obra en un contexto diferente. Crear las condiciones que se buscan.

–Sorprende que una propuesta así sea representada  con materiales de uso masivo, como una hoja carta o una cartulina…
–Son materiales mundanos, pienso que es una forma de cercanía. Creo que la única esperanza que hay hoy es la del corto alcance, ocuparse de la persona  y del momento que se tiene en frente, y no planear, como se pensaba en siglo XX, que todo debe ser para todos, para siempre o inmortal.

–Pero usted es artista, y los artistas suelen lograr un legado a través de su obra…
–En Latinoamérica se tiene la idea de que los artistas deben ser instituciones, porque como sociedad carecemos de ellas. Pero yo no me identifico con eso, yo no tengo ningún interés en transmitir una idea. No confío mucho en las ideas. Lo que quiero crear es condiciones, establecer o variar un protocolo, estar abierto a mirar una hoja carta de otra manera. No es un consejo ni una herencia, sino una duda, y no tengo mucho apuro por decirlo.

– ¿Por qué lo plantea a partir de lo geométrica?
–Porque la geometría está en todo, oculta en cada cosa de la naturaleza, desde los átomos, y en cada código. Al detalle, todo es perfectamente ordenado y simbólico.

–¿De qué se pierde el hombre contemporáneo al dejarse llevar por la velocidad?
–De todo. Cuanto más confrontada está la sociedad más obvio es que la única salida es acercarse, y para eso hay que ver, y ver lento, y ver bien. No hay nada más contrario a las artes que la fe ciega y nada más peligroso que la velocidad.

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/cultura/cruzada-por-calma_309898